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miércoles, agosto 09, 2006

(...) cuando se violan los valores ¿Porqué la percepción individual, parece no aceptar o no vislumbrar lo que para los demás es evidente?

La respuesta a esta pregunta es sencilla: Los valores no son una verdad absoluta para todos los individuos, ya que son enseñanzas no homologadas que dependen de la cultura familiar, étnica, territorial, nacional y religiosa, que popularmente son adoptadas como las aprenden o con adendas o enmiendas que son consideradas apropiadas por los individuos en virtud de sus creencias e intereses.

Luego, entonces no hay valores absolutos en general.

[...]

El narciso usa sus propios valores como una filosofía individual, que no cumple ningún otro objetivo adicional que el de la propia justificación de sus actos, alabando su ego en irreverencia al interés común.

Los valores son creencias intrínsecas, virtudes, las que así, fundamentan el comportamiento y las actitudes de los individuos.

No toda creencia intrínseca, que fundamenta comportamientos, es necesariamente un valor, pues existen credos que plantean normas de conducta que contradicen la esencia de lo que llamamos valores. Por ejemplo, el dogma nazi en Alemania de los años 30, estipulaba en alguna de sus partes, la superioridad racial aria; y esta creencia, verdad absoluta para los seguidores del nacional socialismo alemán, fue fundamento de conductas y actitudes, que generaron el llamado Holocausto, un genocidio sin precedentes en la historia humana. ¿Es esta creencia, la de la superioridad racial aria, un valor? Hoy, la respuesta, unánime sería que no. Pero estamos seguros que el mein kanf atesoró este credo con la visión de un valor y como una verdad absoluta. Dice el Larousse que un Valor es lo que una determinada moral establece como ideal o norma.

Lo que convierte a un dogma o creencia en un valor ético es la virtud. Si la virtud (lat. virtutem) es la disposición constante a hacer el bien, valor ético será aquel que promueve el bien.

Parece ser, con esta definición, fácil describir una serie de dogmas que promueven el bien como valor, sin embargo, aparentemente la sociedad posee serias dificultades para establecer aquellos y homologarlos para que nos sirvan como preceptos inamovibles que guíen nuestras conductas y actitudes. ¿Por qué? Bueno, simplemente la línea que separa los conceptos abstractos, como el bien y el mal, no es tan clara y evidente para todos los seres de una colectividad.